"Sin justicia climática no hay paz": Un llamado urgente desde la Amazonía ante la COP30
En las instalaciones de ARCORES Internacional en Madrid, tres voces se alzaron con un mensaje contundente: la crisis climática no es solo ambiental, es una crisis de derechos humanos que exige respuestas urgentes y estructurales. La jornada reunió testimonios directos desde la Amazonía peruana, la perspectiva de las Iglesias del Sur Global y el análisis de la incidencia europea ante la COP30 que se celebrará en Belém, Brasil.
María Luz Canaquiri, líder indígena del pueblo Kukama y reciente ganadora del Premio Goldman 2025 —conocido como el "Nobel Verde"—, compartió la dura realidad que enfrentan las comunidades amazónicas del río Marañón en Perú. "Para nosotros los pueblos originarios, el río es sagrado, es como un padre que nos da el agua para beber, nos da el pescado para comer", expresó Canaquiri desde su comunidad de Parinari.
Con más de 50 años de explotación petrolera en su territorio, las consecuencias son devastadoras: derrames constantes, agua contaminada con metales pesados por encima de los límites permitidos, y un impacto directo en la salud de la población. "Las mujeres sufren abortos, algunos niños nacen con malformaciones, sin algunas partes del cuerpo", denunció la líder indígena, quien también alertó sobre la pérdida de biodiversidad, costumbres ancestrales y el aumento de la criminalización de defensores ambientales.
"Cuando nosotros nos enfrentamos para proteger nuestro hábitat, nos criminalizan", afirmó Canaquiri, recordando los casi 50 muertos en protestas de comunidades andinas y amazonicas en 2023 y los numerosos líderes detenidos por defender sus territorios.
"Por defender nuestros territorios, por ello mueren. También la minería de oro, las
grandes empresas que matan, destruyen la Amazonía y a nosotros, por consecuencia".
A pesar de las adversidades, la organización de mujeres que lidera ha plantado más de
50.000 árboles desde 2022, trabajando en reforestación con especies maderables y
frutales, y formando a jóvenes líderes. "Sembrar una planta es como tener una vida más
para nuestras generaciones".
Fray Jaazeal Jakosalem, Agustino Recoleto, Consejero General de la Orden y Presidente
de ARCORES Internacional, presentó el llamamiento pastoral conjunto de las Conferencias Episcopales de Asia, África, Caribe y América Latina titulado "Un llamamiento por la justicia climática y a la casa común".
"Sin justicia climática no hay paz. Sin conversión ecológica no hay futuro. Sin escuchar a
la gente, a las indígenas, no hay soluciones reales", proclamó el religioso, estableciendo
los tres pilares del posicionamiento eclesial ante la COP30.
Fray Jaazeal relacionó directamente las luchas indígenas en la Amazonía con el sufrimiento en Asia, mencionando el reciente tifón devastador en Filipinas y las inundaciones provocadas por industrias extractivas. "Relacionamos el destructivo tifón en mi país con la destrucción de los bosques y las comunidades indígenas por parte de las empresas explotadoras en la Amazonía peruana", explicó.
La Iglesia, rechaza "de plano las soluciones falsas que eluden la raíz del problema" y promueve en su lugar "la sobriedad feliz y la conversión ecológica como fundamentos de sociedades respetuosas con el medio ambiente". El llamamiento denuncia que el colapso ecológico —que incluye cambio climático, pérdida de biodiversidad y destrucción de comunidades indígenas— es "catalizador de profundas crisis sociales, desatando la migración forzada y la profundización de las desigualdades entre el norte y el sur global".
Citando al Papa Francisco y su exhortación apostólica "Querida Amazonía", el religioso subrayó que la región es tratada por "poderosos actores económicos externos como un enorme espacio vacío, una fuente de materias primas", mientras que "los pueblos indígenas lo protegen por la vida misma".
Marta Isabel González, del Grupo de Comunicación de Enlázate por la Justicia y representante de la Plataforma por Empresas Responsables, aportó una perspectiva crítica sobre el papel de las corporaciones y los recientes retrocesos legislativos en Europa.
Marta presentó casos emblemáticos de violaciones empresariales: desde el colapso de Rana Plaza en Bangladesh en 2013 (1.134 muertos, calificado como "homicidio industrial masivo"), hasta el desastre de Brumadinho en Brasil en 2019 (casi 300 muertos por vertido tóxico de una presa minera), pasando por la apropiación de 11.000 hectáreas en Costa de Marfil para plantaciones de aceite de palma.
"Cuando estas noticias nos llegan aquí, nos preocupa que cuando vamos a comprar un producto no esté manchado de sangre", afirmó y explicó el concepto de "diligencia debida" que obliga a las empresas a identificar, prevenir, mitigar y reparar vulneraciones de derechos humanos y medioambientales en el ejercicio de su actividad.
Alertó sobre un preocupante viraje político: tras años de trabajo de la sociedad civil, en mayo de 2024 se aprobó la Directiva Europea sobre diligencia debida para empresas en materia de derechos humanos. Pero apenas dos días después de la victoria electoral de Trump en noviembre de 2024, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció que "aligeraría" estas directiva y otras relacionadas con el impacto social de la actividad empresarial, bajo presión de lobbies empresariales, especialmente del sector automovilístico alemán.
Cara a la COP30 en Belém, las expectativas son mixtas. María Luz Canaquiri expresó su deseo de "llevar propuestas positivas, no solo problemáticas", enfatizando la necesidad de que las voces indígenas sean escuchadas no solo en mesas de diálogo, sino en las negociaciones reales entre países. "Los que conocemos más somos los que vivimos ahí, los que sufrimos ahí. Quisiéramos que al menos tengan una consideración para poder ser un poco más realistas".
Marta fue escéptica: "Mi intuición es que la COP30, por desgracia, no creo que toque tantos temas de empresas. Seguramente se centrará más en los mercados de carbono". Sin embargo, confía en que organizaciones católicas y de otras religiones "intentarán trabajar por la reparación de los daños, por las cuestiones de adaptación al cambio climático y por la identificación y prevención de riesgos".
El evento concluyó con un llamamiento conjunto: la crisis climática requiere transformación estructural, no parches cosméticos. Fray Jaazeal citó al Papa León XIII: "Ayudar al pobre es, en efecto, una cuestión de justicia antes que de caridad".

