«Enlázate por la Justicia» aboga por una civilización de los cuidados como forma de construir ecología fraterna

25.01.2022
  • Las entidades de cooperación de la Iglesia católica invitan al diálogo sobre los cuidados como marco de desarrollo eclesial y social.
  • En la pandemia de Covid-19 emerge la necesidad de re-vincularnos entre las personas y el planeta, marcando la importancia del cuidado como brújula de la existencia.

En la mañana del 24 de enero, las entidades de la red «Enlázate por la Justicia» formada por Cáritas, CEDIS, CONFER, Justicia y Paz, Manos Unidas, REDES convocaron a unas 200 personas para dialogar sobre "Cuidadanía integral: construyendo ecología fraterna". En el seminario online contaron con la participación de Luis Aranguren y Montse Escribano, quienes desde la ética, la educación y la teología ofrecieron claves para vivir desde un nuevo marco de prioridades, donde los cuidados sean el centro de la existencia, de la política social y de los proyectos de estas organizaciones.

Los cuidados cobran fuerza en el contexto de fragilidad que nos hace vivir la pandemia de coronavirus, a la vez que representan la tradición cristiana y enlazan con el pensamiento ecofeminista de las políticas sociales de transformación. «Enlázate por la Justicia» observa también que este paradigma permite trabajar en red con comunidades de todo el mundo desde una óptica de fraternidad, compartiendo formas de vida y reflexión conjunta, y supone un nexo entre el cuidado de la Casa Común, expresado en Laudato si' y la amistad social, propuesta en Fratelli tutti.

Al identificarse distintas dimensiones de los cuidados, que nos configuran antropológicamente, las entidades de «Enlázate por la Justicia» utilizan la expresión "cuidadanía integral" para referirse a ese nuevo marco que desvela y revela la realidad actual.

Claves propuestas en el diálogo

La ética del cuidado no representa una opción más, sino que constituye la entraña de relación que nos identifica como seres humanos. Las personas existimos gracias a otras que nos cuidan y a las que cuidamos.

El cuidado desvela qué cuidamos, sostenemos y entendemos por vida. Como creyentes cristianos el cuidado revela al Dios de Jesucristo, al Dios que nos cuida. En las comunidades de Iglesia nos tenemos que situar desde la escucha y el camino conjunto, sinodal, para atrevernos a vivir el cambio necesario. Aspectos como el consumo, el lugar de ahorro e inversión, el uso que hacemos de las nuevas tecnologías tienen que ver con nuestra dimensión espiritual.

Una civilización del cuidado supone la creación de comunidad, de lazos y nuevas relaciones tanto entre las personas como entre los pueblos, los seres vivos y el entorno en el que viven; es decir, un reconocimiento de la interdependencia y ecodependencia, que nos lleva a ser personas constructoras de un mundo diverso compartido. La temporalidad es el largo plazo y la visión de futuro. Los fines están vinculados a las necesidades básicas del ser humano y a la búsqueda de la justicia, relacionada con la memoria histórica.

Por todo ello, advertimos que el cuidado no es únicamente una práctica, un hacer, una repetición de acciones sino una transformación constante que nos humaniza, una brújula moral que nos orienta.

Algunas dimensiones del cuidado

La fuente del cuidado está en los tiempos de reflexión y parada que nos constituyen como personas, que a la vez nos permiten reconocer la interconexión con todo, asombrarnos, escuchar y formar parte de una mística común. El cuidado es el camino que recorremos conjuntamente hacia su propio horizonte. Si no nos enlazamos, ni nos re-vinculamos socialmente en mayor medida, cada vez más personas sufrirán las crisis que estamos viviendo, tal y como reflejan los últimos informes FOESSA, de Cáritas, y el de Oxfam.

El cuidado de la creación y de la dignidad humana, el cuidado del bien común, el cuidado mutuo, el cuidado del asombro y la espiritualidad son dimensiones que ayudan a pensar y vivir desde otra lógica. Como expresa el papa Francisco en Fratelli tutti, 127: 

Sin dudas, se trata de otra lógica. Si no se intenta entrar en esa lógica, mis palabras sonarán a fantasía. Pero si se acepta el gran principio de los derechos que brotan del solo hecho de poseer la inalienable dignidad humana, es posible aceptar el desafío de soñar y pensar en otra humanidad. Es posible anhelar un planeta que asegure tierra, techo y trabajo para todos».

«Enlázate por la Justicia» continúa su reflexión promoviendo estos espacios conjuntos de diálogo y escucha que permitan alcanzar otro mundo posible, más fraterno y justo, desde el cuidado. Esta red invita a realizar un discernimiento comunitario, a través de un formulario que se encuentra accesible en la web. Las respuestas se compartirán en los siguientes encuentros públicos.